En efecto. Pero cuidado, no la de Hermann Goering,
el temible ogro nazi que catapultó las fuerzas aéreas de Hitler cómo una horda
desalmada y sin piedad. No, no hacemos referencia a este negativo protagonista
de un corto pero intenso periodo histórico. Nos referimos a su hermano pequeño,
Albert Goering. Este empresario alemán luchó muy fielmente contra la política
antisemita de los nazis. Pese a estar su hermano muy presente en el gobierno
nazi, lo encarcelaron en varias ocasiones y le impusieron multas pero Albert
jamás se rindió. Luchó por sacar a todos los judíos que pudo del país. Trabajó
incesantemente para sacar a familias enteras de campos de concentración y de
sótanos secretos de la
Gestapo.
Su hermano mayor Hermann tuvo que intervenir más de
dos y tres veces para que él no sufriese el menor atisbo de castigo por parte
de sus compañeros nazis. Pero nada detuvo a Albert. Pero la vida es un sueño y
los sueños muchas veces comportan consigo muchas paradojas. Paradojas cómo la
que sucedió con Albert.
Se dice que Albert liberó a mucho más de 50 judíos.
Pero al parecer no le sirvió de mucho. Fue juzgado en los Juicios de Núremberg
y pese a contar con documentos que atestiguaban una lista con 34 nombres de
judíos a los que Albert ayudó, el tribunal lo condenó a dos años de prisión por
haber recogido unas ganancias de 7.000 reichsmarks en una fábrica de Skoda en
Viena, en la cual estuvo trabajando con mano de obra ilegal y esclavizada.
Además, a su salida de prisión Albert se encontró con que todos los bienes de
la familia Goering habían sido requisados por la administración pública de la
recién formada República Federal de Alemania. Aquí está la paradoja. Sólo y sin
ningún tipo de bien material, Albert deambuló la última etapa de su vida, de un
trabajo en otro, ganando miserables cantidades de dinero y sobreviviendo con
una paupérrima pensión. Antes de morir se casó con la casera de su apartamento
en el centro de Berlín, por tal que así ésta se quedase con su paga en caso de
fallecer él.
En 1966 murió y se olvidó.