viernes, 10 de agosto de 2012

Cuando ganar una medalla no es la solución

Es curiosa la historia que hemos podido observar estos últimos días en los juegos olímpicos de Londres. Está íntegramente ligada al título del artículo, y es que la victoria o la consecución de alguna cosa en concreto no nos salvan de caer en otros hechos, más o menos, cotidianos.

Y si no que se lo pregunten al alemán Robert Harting. Este atleta especializado en lanzamiento de disco es reconocido por sus éxitos en el campeonato del mundo de disco, que de hecho ha conseguido ganarlo en dos ocasiones consecutivas. Además, pese a tener la mala suerte de quedarse a las puertas de las pasadas olimpiadas, llegaba a Londres como el gran favorito de su categoría, dispuesto a saciar su sed de medalla olímpica.
 
En efecto, el pasado martes Harting se afirmaba como campeón olímpico de disco al conseguir el metal más elevado de los tres, es decir, el oro. Pero, pese a ello, parece que el día no acabó como se merecía. Embriagado por la euforia del éxito junto a sus aficionados y seguidores, Harting no reparó en que alguien le había robado su tarjeta de acreditación con la que tenía acceso a la villa olímpica. Así que, finalizada la fiesta con sus amigos en la Casa de Alemania de Londres, y al echarse la mano al bolsillo, se percató de que la acreditación no estaba allí.

De esta manera, el atleta alemán tuvo que recurrir a las profundidades del metro londinense durante una hora para acomodarse y tratar de dormir, mientras gestionaban la solución de su problema.
 
Harting, habiendo ganado un oro por la mañana vio que el valor de su metal olímpico caía en pos de la necesitada y anhelada tarjeta de acreditación, la cual tenía el poder de conducirlo a su habitación en la villa olímpica. ¡Seguro que hubiese cambiado su oro por la acreditación!

La lucha del fiambre


Parece que en estos últimos días se está produciendo un fenómeno similar al de “no vull pagar” en Cataluña con el incremento de las tasas de las autopistas, con las únicas diferencias de que esta vez el espacio en el que tiene lugar la acción son los supermercados andaluces.

Entre sus murallas de estanterías y sus largos pasillos envueltos por la multifragancia de un gran conglomerado de productos diversificados, se está produciendo una auténtica “lucha del fiambre”. Según lo atestiguan las principales fuentes informativas del estado, agrupaciones y pequeños escuadrones de miembros integrantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) asaltan los supermercados sureños llevándose una serie de carros de compra llenos de productos.

Además en estos pequeños grupos sindicalistas se ha podido contemplar la participación de un alcalde y diputado del congreso perteneciente a la formación política Izquierda Unida. Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de la sevillana localidad de Marinaleda, participó el pasado martes en uno de estos asaltos que tuvo lugar, primeramente, en el supermercado Mercadona de Écija, en Sevilla, donde consiguieron expropiar nueve carros de alimentos básicos, y, posteriormente, el asalto continuó en el Carrefour de Arcos de la Frontera, en Cádiz,  donde extrajeron un total de veinte carros de la compra.

Rápidamente, el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha ordenado el inicio de diligencias fiscales por tales asaltos cometidos y promovidos por el SAT. Investigaciones iniciadas, todo cabe decirlo, posteriormente de que el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, lo instase desde Madrid.

Sánchez Gordillo ha recibido muchas críticas desde la cúpula del gobierno, ya que éste no puede ser todavía detenido debido a su condición de diputado y la ley que establece protección para todos los aforados. El resto de los responsables han sido y serán detenidos por la Guardia Civil, según palabras del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, indicadas en el periódica digital 20minutos. Aún así, Sánchez Gordillo Está pendiente de recibir la citación correspondiente al juicio relacionado con estos actos.

El grupo de responsable, en el cual se incluye al alcalde y diputado de IU, ha justificado los actos defendiendo que no son más que una medida de ayuda para las personas más desfavorecidas. Este hecho puede resultar lógico ya que los asaltantes tan sólo incluyeron en los carros productos alimenticios básicos.

Parece que esta vez el “robin de les bosques” ha sido cazado por las autoridades en su lucha por que el fiambre llegue a todos.

¿Será, finalmente, esa la solución a la crisis? ¿Tendremos que asaltar supermercados sobrepasando los límites de la ley y la moral?

Las diferentes vidas del tentado


Cuenta una vieja historia que existió una vez, en un pueblo llamado Arreit, un peculiar hombre llamado George  Erbmoh, más conocido como “el tentado”. George dedicaba su vida a la siembra y el cultivo de los campos que tenía justo detrás de su casa. Estos habían pertenecido a sus ancestros y ahora los recogía el como parte de su herencia.

Pero Mr.Erbmoh no era feliz. No había conseguido formar una familia con ninguna mujer y su único y verdadero amor había muerto en un trágico accidente laboral. Así que, como iba diciendo, George era una persona más bien tirando a la tristeza y la soledad. No sentía predilección por nada en concreto y le era muy fácil repudiarlo todo. Se preguntaba constantemente porqué no era feliz y que debía hacer o conseguir para obtener la felicidad.

Había días que desde su temprano despertar no hacía más que pensar en el dinero. Creía que este le daría todo lo que le faltaba y que podría comprar todo lo que se propusiera y todo lo que le faltara. Había otros días que pensaba en el amor. -¡Exacto!- se decía a sí mismo. Y creía que una pareja podría solucionar su soledad y tristeza. Al día siguiente se acostaba convencido de que lo que verdaderamente necesitaba no era más que un poco de fama y calor de la gente. Entonces anhelaba con todas sus fuerzas escribir un best seller o hacer algo que le entregase el júbilo de la gente.

Así pasaban los días del señor Erbmoh. Cierto día, ya muy avanzado en edad, un buen y, al igual que él, solitario amigo de George murió. Así que éste se dispuso a ir a la ceremonia de entierro que tuvo lugar en la catedral de Arreit. George contempló a su amigo tras la vitrina, con las manos cruzadas, y comprendió que el tiempo se le estaba acabando, de la misma forma que a su amigo. Aquel día estuvo vagando muy triste por los caminos de sus campos, como siempre sólo. Pero aquella noche ocurrió un suceso muy particular y misterioso en la vieja choza de los Erbmoh.
Mientras George dormía una especie de criatura alada se le apareció en el interior de sus sueños y, tomándolo de los brazos, lo apartó de ellos para meterlo de pleno en una historia inédita para George. De pronto la extraña criatura le soltó y George cayó al vacío. Cuando tocó suelo y consiguió ponerse en pie, miró a su alrededor y se percató de que estaba en un gran y majestuoso palacio, como jamás había visto alguno. De repente una pomposo y elegante caballero se le acercó. Se quitó el sombrero de copa que apoyaba en su cráneo y le entregó su mano fervorosamente.- Te estaba esperando- le comentó.-¿A mí?- se extraño George.-Claro. Tú eres George Erbmoh. El que muchos días de su vida se ha estado preguntando cómo sería su vida si tuviese dinero. Pues bien, déjame que me presente ante ti, posible leal súbdito. Yo soy Don Dinero. El amo de todos los corazones que penden del color de los billetes. Déjame que te muestre aquí en mi mansión cómo podría ser tu vida si te unieses a mí.- Y al instante George volvió a su casa de Arreit con los bolsillos repletos de fajos de billetes y con un elegante traje. Era el hombre más rico del pueblo. Se había comprado un palacio enorme, un gran automóvil, muchos más campos y tenía a muchísima gente que los trabajaba en su lugar. S u hogar estaba plagado de toda clase de lujos y podía codearse con las personas más pudientes del pueblo. Todas las noches montaba grandes fiestas y lo pasaba en grande. Pero al cabo de dos meses George reparó en que seguía sintiendo aquél gran vació de tristeza y soledad en su corazón y veía que el resto de la gente, cuando acababan sus fiestas, se marchaba de su casa y no se quedaba junto a él. De repente George volvió al palacio de Don Dinero y este, muy enfadado y airado le arrebató todo lo que le había dado.- No has sido fiel a mí y has antepuesto tus sentimientos y emociones por encima de todos los placeres y lujos del mundo. ¡Fuera de mi palacio!-. En cuanto George hubo atravesado la puerta una gran multitud lo recibió!
 
¡George!-gritaban.-¡Señor Erbmoh, aquí!- Montones de fotógrafos y periodistas tomando notas, aproximando sus micros, disparando sus cámaras, etc. Y detrás de ellos un gran gentío aclamando a George, el hombre que había renunciado al dinero. De entre la multitud, una joven y bella damisela rubia se aproximo a él. Vestía un elegante vestido rojo que se conjuntaba con sus magníficos zapatos de tacón de aguja.- Hola George. ¿Qué sientes al ver todo esto?- le habló con una amplia sonrisa.- ¿Esto es para mí?- comentó George atónito.- En efecto. Soy la señorita Fama y estoy aquí para darte lo que realmente mereces, puesto que has despreciado a ese insolente de Dinero.- Y rápidamente George fue alzado a hombros por la multitud y se lo llevaron en volandas.-Pero…. ¡señorita!- y Fama sonreía y saludaba eufóricamente desde detrás del gentío.

George gozó del calor de la gente. Era conocido allá donde iba. No le faltaba de nada. Firmó autógrafos, escribió varios best seller, la gente de las naciones lo aclamó y persiguió, pero en un minuto a solas, George comprendió que sus vacíos seguían estando allí y que la falsa alabanza de todas aquellas personas no le iban a curar. De nuevo, George fue trasladado a las puertas del palacio de Don Dinero, a las infinitas escalinatas y allí se encontró con Fama, que dibujaba la furia en su rostro.- ¡Me has traicionado! Te he dado lo que muchos días de tu vida anhelaste hasta enloquecer y no lo has querido. ¡Desaparece de mi vista antes de que te lleve ante mi colegue Don Marginación!

Y George bajó la larga torre de escalinatas con los ánimos muy decaídos y la oscura mirada de la señorita Fama en su espalda. Cuando llegó a la base del último escalón una hermosa mujer le esperaba con una sonrisa. Se parecía mucho a la mujer que amó tanto durante su vida hasta que murió.- Hola George. Soy Magda.- El señor Erbmoh no podía ocultar su sorpresa y su boca se abría de par en par. Su respiración hiperventilaba. No podía creerlo. Era un vivo retrato de Jane, su eterno amor.
 
Magda le tomó del brazo y comenzaron a caminar, con la sorpresa de George plausible. De pronto se trasladaron a través del tiempo y el espacio y llegaron a una casa. George leía ahora el periódico y al alzar la vista y ver a Magda, su mujer, amamantando a su segundo hijo mientras el otro jugaba al balón en el jardín, su pipa se le cayó al suelo del porche.- ¿Estás bien cariño?- preguntó muy afablemente Magda.-Eh…Sss..sss.sí-.

Los días y las semanas iban pasando y George estaba muy contento con su familia. Presumía de ella allá donde encontraba gente y se había acostumbrado a su nueva vida completamente. Pero una noche en la que Magda se fue con los niños a casa de su madre y George se quedó trabajando, comprendió que todavía seguían aquellos vacíos en su corazón, como un rastro imborrable. De repente, en un abrir y cerrar de ojos, George se vio de nuevo en el viejo porche de su casa, columpiándose en su corroída mecedora y mirando los campos de maíz de enfrente. El ser alado del inicio del sueño se le apareció y asustándole le dijo:-George Erbmoh, ¿acaso no has malgastado ya muchos años de tu vida buscando cosas que no son merecedoras de tu atención? Tu fin se acerca y no has valorado jamás todo lo que se te ha dado. Nunca has estado contento. Has preferido vivir siempre triste y melancólico, que no afrontar la realidad y disfrutarla tal y como te era dada. Tu tiempo se acaba, George, así que sólo tú puedes decir.-

Y repentinamente el señor Erbmoh abrió los ojos y envuelto en un duro frío despertó suspirando. Bajó a la cocina a tomar un frío vaso de leche y volvió a dormirse.

Al día siguiente, cuando Mr. Erbmoh despertó un alegre pajarillo cantaba en su ventana. Pero George no se enrabió contra el animal ni le empezó a asustar y perseguir, sino que se quedó, enmudecido, contemplando su belleza. Descendió al piso inferior de la casa, después de asearse, y tras desayunar salió al campo y se quedó maravillado observando la luz del sol, el color verde de los árboles y las personas pasar. Y la gente que siempre lo había conocido como “George el serio” se quedó asombrada al ver por primera vez la sonrisa del anciano.

George vivió un año más y en ese año pudo ayudar a muchas personas a comprender el lado más bello de la vida. Obtuvo mucha fama entre la gente del pueblo y pasó a conocerse como “George el sonrisas” y obtuvo mucho dinero vendiendo sus campos a un hombre que quería construir un hospital infantil en ellos. George, donó posteriormente todo el dinero a los niños de dicho hospital.

Murió el día 25 de abril de 1898 y su pueblo le lloró abundantemente. El alcalde de Arreit decidió alzar un busto en honor a él en la plaza principal del pueblo. Hoy los niños juegan en la Plaza Erbmoh.