viernes, 28 de diciembre de 2012

La Marcha para la paz

Cada 26 de diciembre, día de San Esteban, tiene lugar en la localidad de Blanes, Girona, la marcha para la paz, un movimiento que une a algunas de las diferentes comunidades cristianas del municipio para hacer un llamado a la paz.

Este año se ha celebrado la decimoquinta edición de la marcha desde que en 1997 la iniciase el párroco Miquel Àngel Ferrés, que, recién llegado a Blanes, instauró esta pràctica que ya había realizado previamente en Salt, municipio del que provenía. En su afán por querer cambiar el mundo y crear una sociedad más justa y pacífica, el parroco Ferrés tuvo la idea de reunir a todos los cristianos, independientemente de su confesión, y al vecindario de la ciudad para reclamar aquello que tanta falta hacía, y sigue haciendo. Al cabo de unos años Ferrés tuvo que cambiar nuevamente de rumbo para establecerse en Figueres, pero las comunidades católica y bautista de la población prosiguieron el movimiento hasta el día de hoy.


La marcha da comienzo en la parroquia de Santa María. Comienzan las canciones y villancicos. Cuatro jóvenes van delante sujetando una pancarta donde se lee:  "Junts per la pau". Detrás de ellos una treintena de personas de todas las edades caminan, algunas con antorchas en las manos, y cantan sin cesar. La siguiente parada es la Iglesia Evangélica de Blanes, lugar donde se adhiere a la marcha la comunidad bautista. Cuando observo esta imágen doy aún más cuenta de los errores inquisitivos que en el pasado enfrentaron a hermanos. Suena la canción  Oh Santa noche y todos a una voz entonan su letra. El pastor de la iglesia, Eduardo Rodríguez regala a los caminantes un pequeño cuento y una pequeña reflexión sobre el sentido de la Navidad. No hay tiempo para saludos. La marcha prosigue por las calles hacia la parroquia Nostra senyora de la pau, en la barriada de Valldolig. Allí se lanzan nuevos mensajes de paz y bendición, poesías, testimonios de los jóvenes sobre viajes misioneros y la explotación infantil, y se cantan más canciones. Todo acaba con una chocolatada y la recolecta de firmas para varios temas intercontinntales tratados por la organización de Amnistía Internacional.

En aire se sigue respirando ese deseo de paz. Sigue viéndose en las caras de los asistentes. Por mi parte, he podido extraer muchas reflexiones de una jornada como esta. El pueblo cristiano, unido más allá de las religiones, anhela y busca una paz completa e imparcial. Personas que no comparten su fe se unen a ellos por este clamo que a todos nos afecta.

Las antorchas se apagan y las calles vuelven a sumirse en la oscuridad de las farolas y las pocas luces navideñas que decoran los balcones. La marcha se dispersa y cada uno regresa a su hogar con la mente fija en un mundo de paz.No ha sido fácil renunciar a la comodidad un día se San Esteban, pero no ha sido para nada en vano dejar las casas y tomar las calles. Todos saben que es largo, duro, escabroso y peligroso el camino que delante espera, pero sus ojos les delatan: hay una motivo por el que tomar esta senda; una convicción de un mañana mejor; un deseo, un derecho y un deber.

Hay una paz que espera ahí afuera, donde hoy todo es noche y tiniebla, ser encontrada y adoptada por los corazones.