jueves, 14 de febrero de 2013

La renuncia de Benedicto

La noticia de la semana es la renuncia del papa Benedicto XVI. Después de siete años en el gobierno vaticano, Joseph Ratzinger ha renunciado a su puesto de pontifice alegando su avanzada edad y la falta de fuerzas para llevar a cabo su trabajo. El cónclave de obispos del Vaticano pronunciará a finales de esta misma semana el nombre del sucesor de Benedicto XVI, que será elegido por votación. 


Ratzinger renuncia y no dimite. Es un hecho aplaudible ya que el concepto de "renuncia" hace referencia ha abandonar un cargo o una posición por voluntad propia, por muy bien que el sujeto que renuncia se encuentre en dicho cargo o posición. En cambio el término "dimisión" implica también un cese voluntario de un cargo pero que acostumbra a estar impulsado por los diversos errores graves que ha cometido mientras éste se encontraba en sus funciones. Entonces, admite su equivocación y su inaptitud para seguir ocupando ese cargo y lo abandona dimitiendo. 

No con esto quiero decir que Joseph Ratzinger no tuviese motivos para dimitir en lugar de renunciar. Pero cierto es que no contaba con la presión que puede contar una figura política, por lo tanto se encontraba bien en su cargo, con una conciencia alejada del error, y presenta su renuncia. Digo que es un hecho aplaudible cuando se da cuenta de que un dirigente, por muy bueno que sea (y, con todos los respetos, no creo que sea su caso) reconoce su caducidad. 

Pero aparte de su edad alega la falta de fuerzas. No puedo juzgar este alegato porque no conozco la fortaleza de Benedicto XVI. Tan sólo la conocen él y Dios. Ahora bien, me pregunto, ¿no sentiría la misma fuerza un anciano de 80 años que uno de 85? Seguramente no. El de 85 tendría menos fuerzas, pero el de 80 años tampoco estaría para tirar cohetes, como suele decirse. Y mucho menos para dirigir un estado, como es el Vaticano, y la Iglesia más numerosa de la faz de la tierra. Por lo tanto me cuesta creer este segundo motivo. Creo que junto a la falta de fuerzas podrían mezclarse otros asuntos como la filtración de documentos secretos por parte de su camarlengo (caso Vatileaks) y, por consecuencia, una posible presión del cónclave vaticano. 


No pretendo en este artículo pronunciarme sobre la figura del papa. En teoría, y digo en teoría porque en muchas ocasioens lo he dudado, compartimos fe. Reconocemos al mismo como Dios. Por lo tanto somos hermanos en la fe. Supongo que lo que a mí, como cristiano que soy, me diferencia del papa es que no vivo rodeado de lujo, ni siento que deba rezar oraciones concretas y cerradas a cualquier cambio por tal de obtener el perdón, ni me he hecho falsos ídolos, ni he creado dogmas que no aparecen en la Biblia, ni he idealizado a Jesucristo, etc.. No con esto quiero hacer una comparación de quien es mejor o peor. Simplemente quiero dejar claro que no se trata de una diferencia de confesión. Es decir, no se trata de ver que él es católico y yo soy protestante. Se trata de ver quien se ha acercado más al ejemplo de Cristo y quien ha depositado más empeño en su vida por continuar su obra. 

El programa del Intermedio, en la Sexta, de ayer por la noche fue una decepción completa. Se hizo justamente lo que iba a pedir en este escrito que no se hiciera: ignorar a las minorías de creyentes que viven una relación con Jesús y no una religión humana y contaminada, y relacionar directamente al Vaticano y al papa con Dios y la Biblia. Fue un grave error. Tan grave como cuando por la televisión conocemos la noticia del desmantelamiento de una mafia kosovar y en nuestra mente imaginamos que todos los kosovares son delincuentes y ladrones. 

No quiero alargarme. Tan sólo quería aclarar esa realidad. Benedicto XVI ha sido, según se ha explicado en los medios, un papa de transición. El concepto de "transición" implica que debe haber un cambio. Es un movimiento cuya basa es cambiar la situación en la que comienza a desarrollarse dicho movimeinto. Que cada uno haga cuentas y valore si ha habido un cambio en el Vaticano y en la cúpula de la Iglesia católica.
Yo, por mi parte, no he sido capaz de verlo. Únicamente me gustaría que no se encerrase al cristianismo en la "bolsa" de la iglesia católica y el pontificado, porque en muchas ocasiones es de donde más alejado está.
Habrá que pedirle a Dios y esperar que el sustituto sea siempre para mejor.