jueves, 11 de abril de 2013

"Soy una inmigrante en mi país"

Esta semana he tenido el privilegio de poder realizar una práctica de la universidad consistente en un reportaje para los formatos de televisión, radio y prensa. El tema de la pieza ha sido el de los desahucios y para ello he podido escuchar el testimonio de una persona afectada por este problema. Adela, cercana a los cuarenta, mira a cámara reprimiendo sus lágrimas y confiesa estar actuando bajo prácticas de economia sumergida. "Soy una inmigrante en mi país", dice mientras continua explicando que no puede trabajar conforme a lo legal porque el fisco embargaría de inmediato su nómina. 

Adela defendiendo su antiguo hogar/ Diari de Tarragona.com
No cabe duda de que el ejemplo de Adela es uno más, uno de tantos, uno entre centenares o millares. Pero es un caso único, como cualquier otro, que muestra las abusivas condiciones hipotecarias que España ha abrazado en los últimos años. Un testimonio que ratifica la resaca que dejó la burbuja inmobiliaria en este país y el proceso que la prosigue. 

"Recibía 4 ó 5 llamadas al día del banco para que dejase la casa". Además de los abusos establecidos en las hipotecas, la crisis ha propiciado el panorama perfecto para la presión. Una presión que, como siempre, se ha manifestado en detrimento del débil. Los bancos han chantajeado, extorsionado, explotado, etc., de todas aquellas personas expuestas al espectro del desahucio. Y sin ningún tipo de responsabilidad profesional ni moral. 

Es cierto que el ladrillo en España hizo mucho daño, y de la misma manera que ahora la crisis ha agudizado la precariedad, se agudizó la ingenuidad de la sociedad. Una ingenuidad que se mostró en la vivienda. Hubo personas que se comprometieron en hipotecas completamente irreales y lejos de sus posibilidades. Pero las entidades bancarias nunca pusieron un freno. Agilizaron aquel proceso de descontrol sin ningún pudor y ahora reclaman daños y perjuicios. Siendo profesionales "ayudaron" a suicidarse un paciente enfermo de gripe. Le vendaron y le dieron la cuerda para que se atase las manos. Ahora reclaman la vida de ese paciente. 

Presentación de la ILP de la dación en pago/ eldiario.es
Suerte de la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Suerte no. Justicia. El conocido cómo Tribunal de Luxemburgo, por el país en que situa su sede, ha declarado claramente la existencia de cláusulas abusivas en las hipotecas españolas y ha otorgado poder a nuestros magistrados para frenar los procesos de desahucios. Una medida que supone, sin duda alguna, un paso adelante. Aunque hay que tener en cuenta que, mientras la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) de la dación en pago siga paralizada en el y por el Congreso, ningún paso adelante se podrá llevar a cabo.

La situación de los desahucios en este país no presenta ningún futuro concreto. Por el contrario, muestra incertidumbre sobre por qué camino seguirá este problema que tantas viviendas se está llevando por delante. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictado su sentencia. La ciudadanía se ha organizado en colectivos, como el de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Se han presentado ante los diputados, escogidos hace poco más de un año por la elección de los españolas y españolas, casi un millón y medio de firmas para legalizar una reclamación pública, y se ha aparcado. 


Un asituación compleja y ambigua que nos deja descolocados, ante la cual, ninguna predicción es válida. Tan sólo quedan ejmplos y casos cómo el de Adela. Un rostro triste y cansado. Una casa vacía e invadida por el polvo y el abandono. Y fuera, la presión y el abuso y el escrache en las calles.