viernes, 26 de julio de 2013

Setenta y siete

Setenta y siete son las lágrimas que un pueblo llora. 
Los pétalos que la flor perdió, y que del árbol cayeron.

Setenta y siete son las voces silenciadas, las miradas apagadas.
Los latidos de corazones que se volverán a oír.

Setenta y siete no es un numero. 
Es una fecha marcada con sangre entre nuestros días.

Setenta y siete son las veces que hablará la memoria,
en favor de quienes ya no están aquí.

Setenta y siete líneas y palabras, 
serían pocas para describir el sentir que hoy pesa en los ánimos.

Setenta y siete era número ajeno y desconocido.
Setenta y siete, ahora, somos todos.
                                                  
                                                  J.S.


Este es un texto que en el día de hoy he querio dedicar a las víctimas del tágico accidente ferroviario de Santiago de Compostela. Una tragedia que, sin lugar a dudas, los que quedan ahora vivos son los que padecen. Desde este humilde blog, no he querido quedar callado ante tal situación de dolor y desesperanza, y con estas líneas quiero transmitir lo que este hecho ha despertado en mí.

Pero hay dos puntos de los que quiero hablar, en relación al tema, al que guardo mi más completo dolor, respeto y luto personal. En primer lugar, querría recordar la larga lista de sucesos como este que han apaivagado los ánimos en la sociedad respecto a la política. Sin lugar a dudas, estos hechos tan solo perjudican, no aporan ningún beneficio a nadie. Si fuese así habría un problema muy serio. Pero el gobierno no se ha quedado de brazos cruzados hoy, sino que ha seguido con su programa y sus actuaciones programadas. Tampoco debemos de dejar que estos hecho se conviertan en un refujoi para la corrupción y el resto de males que atañen a nuestra ilustre clase política.

En segundo y último lugar, quería recordar que cada día están muriendo en el planeta millones de personas, sin que las edades entren en materia, de hambre y condiciones saludables infrahumanas. No son hehos que deban compararse. Tanto el accidente de Santiago como la pobreza mundial causan dolor a personas y por lo tanto deberían ser tratados con la misma relevancia. Pero eso no se está haciendo. Se han descuidado muchas víctimas diarias del sistema hegemónico del dinero y parece que el dolor se concentra en hechos como los de Santiago o Boston. Está claro que son tragedias y que debemos dolernos y lamentarnos por ello, pero recordemos que cada pocos segundos, un niño muere de hambre en el mundo. Considero que eso es una noticia tan trágica como el accidente de Santiago o el atentado de Boston.