jueves, 19 de septiembre de 2013

Sin tierra a la vista

 Pese a la incombustible, tanto como desacertada, bola de cristal del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien se atrevió a afirmar que al término del presente año, 2013, finalizaría la recesión económica, la realidad es otra muy diferente de la que pueda observarse desde las paredes de cristal con las que parecen  ver el mundo el ministro y su partido. 

Se preveen 20 millones de pobres en 2025 (infocatólica.com)
Noticia triste es la que se ha recibido de parte de la oenegé Intermón Oxfam. Tal como profetiza la organización, de aquí a once años, es decir en 2025, el 42% de la población española estaría considerada entre los márgenes de la pobreza. Casi la mitad de los españoles podrían perder su nivel básico de bienestar y se verían incapacitados para cubrir sus necesidades básicas. Lo más curioso de todo, si es que se le puede llamar así, es que el sector más rico de la población llegaría a ingresar cantidades que superarían en dieciocho los ingresos del sector más pobre

Como vemos, un camino firme hacia la separación, por completo, de las clases alta y baja, y la aniquilación total de la clase media. Y todo ello produciéndose, poco a poco, paralelamente a hechos que nos están costando tanto esfuerzo como los Juegos Olímpicos, la independencia, Eurovegas, Gibraltar, etc.. Hechos con los que las autoridades disimulan esa tendencia que con tanta naturalidad está asumiendo la situación económica y que avanza, lenta pero implacablemente hacia la situación que nos narra Intermón Oxfam y que no está para nada lejos. Hechos que ni siquiera pueden catalogarse de pan para hoy y hambre para mañana. 

La diferencia de clases será un abismo propio de la era medieval (elperiódico.com)
Estamos permitiendo a la austeridad que cave nuestras propias tumbas. Incluso viendo la cercanía de predicciones que, como ésta, deberían ser causa de terror, ni siquiera nos inmutamos. Recuerdo que el otro día comentaba con un compañero: "Comenzamos a ser el recuerdo de la clase media". Por el momento podemos aferrarnos a ese recuerdo que somos de lo que fue dicha clase, pero está claro que la situación no avanza por una dirección que nos permita mantener este recortado nivel de vida durante mucho tiempo más. 
Es por eso que creo que deberíamos correr el riesgo de salir a la calle, pese a que a algunos les parezca un mero hecho político, y atrevernos a perder, si es necesario, lo poco que nos queda por defender.