jueves, 14 de noviembre de 2013

Prefiero el antídoto a moverme del sitio

Hay un pequeño chiste mejicano que afirma que una víbora se acercaba a un hombre mientras éste gozaba del paisaje sentado. El hombre prefirió pedirle a su mujer el antídoto del veneno del reptil, antes que moverse de su plácida comodidad. En cierta manera, el caso de Filipinas me recuerda al de ese hombre, aunque no por la voluntad de la antigua colonia española. Es hora de lamentarse por un nuevo azote de la furia de la naturaleza, de la cual todos somos culpables y responsables, y nos hemos encargado de aportar un granito, grano o roca de arena.

¿Por qué no hay infraestructura suficiente en Filipinas? (abc.es)
Aunque pueda parecer que el gobierno filipino intenta eximir su culpabilidad ante la ONU utilizando el cambio climático como escudo, no falta parte de razón en esta idea. Kioto y Copnhague son testigos de la falta de acuerdo entre potencias (no sólo económicos sino también contaminadoras), que únicamente se dedican a crear falsas pantallas y finos velos para acallar y contentar a la opinión pública. Pero los resultados son diferentes a lo pactados en estas conferencias, tal como ejemplifica Filipinas. 


Pero no es sólo el punto del cambio climático, que sin duda alguna se ha convertido en algo irremediable ante los ojos de nuestros mandatarios. Encuentro que también tiene mucha relevancia el factor económico. Ahora, en la desgracia, es momento de enviar todo tipo de ayudas a Filipinas, aunque tristemente parece que no llegan a cubrir lo necesario. Pero ¿no era más necesaria la ayuda antes de que "Yolanda" causase los destrozos con los que hoy se carga? La corrupción filipina, tan negativa como en cualquier otro país, había menguado (y lo continúa haciendo) la economía nacional. En ese caso también se necesitaba la ayuda de las potencias, que podrían haber ejercido el poder internacional del que hacen gala para presionar a un repartimiento de los bienes y recursos. También se necesitaba, antes del tifón, que se reforzasen las infraestructuras de los edificios como ocurre en Japón y en otros países más "desarrollados". Pero no parecía el momento. El momento es ahora, después de la catástrofe. El momento es póstumo. 

La ayuda a Filipinas llega tarde (heraldo.es)
Las opciones parecen ser encerradas en este tipo de ayuda "después de la tragedia" y parece olvidarse la conciencia de que cuando realmente se necesita ayuda es antes de que ocurran estas catástrofes. La retención de bienes que se les permite a esos países a los que únicamente miramos en situaciones como esta, la completa indiferencia por lo que está sucediendo en la Tierra y los procesos a los que ésta es sometida, y y esta mala conciencia sobre la ayuda son lastres que no se pueden continuar arrastrando. Pesan demasiado. 

Unos culparán a Dios. Otros al cambio climático. Pero no pretendamos buscar más allá del lugar en el que sitúan las responsabilidades de estas masacres "naturales": la gestión que se está haciendo de los bienes y recursos; la permisión de la continuidad de la corrupción en los países más inestables e indefensos; y la respuesta a la necesidad de ayuda cuando ya todo está perdido. Deseo que nada más suceda a Filipinas. Aunque la lista de predecesores (Haití, Indonesia, Sri Lanka, etc.) no indican ninguna mejora o cambio para tratar de buscar un modus operandi más cercano a la necesidad.