viernes, 14 de febrero de 2014

"La voz dormida" de Benito Zambrano

La adaptación cinematográfica de la novela homónima escrita por la difunta Dulce Chacón se postula como una de esas excepciones por las que vale la pena no dar por perdido el cine español. Porque si Hollywood puede mitificar a personajes como el soldado Ryan o inventarse a superagentes, como Ethan Hunt de Misión Imposible, que pueden ser de todo menos reales, ¿por qué no puede la industria cinéfila española dar vida a sus héroes de Guerra?
Cartel del film (filmaffinity.com)

Y no hablo de dar una vida fantástica e imaginaria, como puede verse en Jack Ryan, el último agente de la CIA llevado a la gran pantalla, sino que hago referencia a reproducir los lamentos y las luchas, las pasiones y condenaciones de aquellos que compartieron fusil y uniforme con nuestros abuelos en la guerra de 1936. Este es el cuadro sobre el que se plasma la interesante historia creada por la escritora extremeña y a la cual de vida en la gran pantalla Benito Zambrano.

Con "La voz dormida" se nos narra un contexto real marcado por el 'reciclaje' franquista que prosiguió al conflicto bélico. Con personajes que encarnan la realidad de cualquier hombre y mujer de la posguerra española, vencedores y vencidos, todos expuestos al hambre y la cólera de un régimen recién estrenado. 




Fotograma de una escena en prisión (culturamas.es)
Con una impecable sensibilidad, la película plasma la historia de dos hermanas perseguidas por sus ideales comunistas y toda la amargura por la que han de pasar. Una historia difícil, cargada de tristes sorpresas, pero sobretodo una historia que se asemeja fielmente a la realidad. Una historia que podría identificarse con los orígenes de alguna de nuestras familias. Realidades como esta, lejos del espectáculo y de la fascinación hollywoodiense por lo increíble, son las que verdaderamente logran arrastrar al espectador a lo largo de la historia de la humanidad, al punto que se quiera, emulando lo que se vivió y cuánto pudo llegar a sentirse. 

Sin duda alguna, Chacón sabe crear una historia concreta y directa que plasme los horrores del franquismo más neonato y Zambrano se encarga de convertirla en imágenes visibles para un público que necesita estar sediento de conocimiento sobre su pasado histórico y sobre los hechos que tuvieron lugar en las carreteras y calles que, ahora asfaltadas, caminamos con desdén y sin mirar atrás.