jueves, 22 de mayo de 2014

¿Qué hay de nuevo para Europa?

Al abrir el buzón de casa encuentro menos espacio de lo normal. Una pila rectangular de sobres amontonados ocupa gran parte de su superficie. Huele a elecciones. Hojarasca electoral. Con mucha precaución acerco mi mano al interior del cubículo de metal y cojo los sobres, sabiendo que al llegar a casa me espera la lectura de promesas y más promesas cuya credibilidad deberé contrastar con los antecedentes que han marcado la línea política hasta el día de hoy, el momento en el que me dispongo a leer los programas para las elecciones europeas del 25 de mayo.

Las elecciones han perdido su auténtico sentido (elpaís.com)
En los medios de comunicación el debate no se centra en la recuperación de la crisis, que todas las formaciones se esfuerzan en prometer, ni en las medidas de erradicación de la austeridad, la cual ha sido y es impuesta por todos aquellos que ahora aseguran estar dispuestos a combatirla. El debate sobre el machismo es el que toma protagonismo

Tras las retrógradas palabras del cabeza de lista del Partido Popular, Miguel Arias Cañete, sobre el riesgo de parecer machista por superar intelectualmente a su oponente socialista, Elena Valenciano, los 'mass media' se han encargado de politizar el debate sobre el machismo y establecer relaciones y comparaciones estratégicas con las diversas fuerzas políticas. Más allá de que Arias Cañete se haya cavado su propia tumba, cosa que no creo porque el fiel votante de la derecha es fiel hasta el final, y también más allá del oportunismo que han ejercido los socialistas, especialmente su líder, Martin Schulz, que ha explotado las declaraciones de su rival hasta el extremo, todo lo demás es una cortina de humo. Un tupido velo sobre el que se está escondiendo la auténtica necesidad de refundar la Unión Europea sobre las bases de la protección social, y no capital.

La realidad que emana de la clase política europea, y que los medios deberían preocuparse más en fomentar, tratar y analizar, es otra muy diferente. Hace poco más de un mes que la ex-presidenta de la Comuidad de Madrid, Esperanza Aguirre, derribó la moto de un agente de seguridad vial. En los días posteriores al accidente, Aguirre acusó a los agentes de ser "bastante machistas". En aquella ocasión, pese a que el incidente quedó en el ámbito personal y el Partido Popular no definió muy bien su postura, se dio una reacción de deliberado abuso de poder. Reacción que si se contrasta con las palabras de Arias Cañete resulta contradictoria. Y el altavoz de los medios parece ir detrás de la cuestión sobre qué es machista para el PP. Pero en este mismo terreno de la actualidad aparece una realidad que tan sólo queda en una pieza informativa, un día concreto como el de hoy. Habló del xenófobo discurso del fundador del Frente Nacional francés, Jean Marie LePen, quien ha asegurado sobre la inmigración que "el señor ébola puede solucionarla en tres meses".
Un riesgo evidente se está gestando en el continente (huffingtonpost.fr)

Más allá del sentido maquiavélico de las palabras de este auténtico racista y fascista francés, aparece el riesgo de una Unión Europea que no consigue moverse de los lastres del pasado. No hablo sólo de la Europa de las grandes dictaduras, sino de aquel continente que un día tomó la decisión de priorizar la salud de su economía muy por encima de la de sus ciudadanos. Esa es la realidad a la que se deberían enfrentar todos y cada uno de los partidos que se presentan a las elecciones europeas. Debemos ser conscientes, mientras tanto, que es probable que nuestras libertades queden, una vez más, selladas en un sobre opaco y encarceladas entre las transparentes paredes de una urna.