jueves, 25 de septiembre de 2014

¿Cuando dejó de llamarse hipocresía por laicismo?

Me molesta la hipocresía. Muchas veces, demasiadas, me comporto de forma hipócrita y me molesto sobremanera a mí mismo. Pero también me molesta la hipocresía que puedo observar en otras personas y también en su máxima forma de agrupación y colectividad, esto es la sociedad. Y en sentido especial, me molesta la hipocresía de quienes gobiernan a ésta, dirigiéndola por los diferentes pasadizos del laberinto, dejándola que en ocasiones se roce con la espina afilada, y conduciéndola, en otras, al final de las zarzas y los matojos. ¿Acaso no es representativo de la hipocresía, el modelo educativo español?

Tras firmar los acuerdos con la Santa Sede en 1979, el gobierno de Adolfo Suárez estableció la opción de estudiar la asignatura de religión o ética, según la voluntad de cada estudiante. El estado, recién salido de una dictadura que había convertido el ultracatolicismo en uno de su pilares, volvía a pactar con la Iglesia, la cual se aseguraba su presencia en el modelo educativo. Con la entrada del PSOE en 1982 comenzó a elaborarse una reforma de la educación que acabaría desembocando en la LOGSE (Ley Orgánica General del Sistema Educativo), en 1990. La asignatura de religión perdió parte de su plena validez académica y desapareció su principal alternativa (ética), ofreciendo la posibilidad de realizar actividades de estudio libre a quienes no la cursasen. La Iglesia rechazó tal medida y cuatro años después el Tribunal Supremo invalidó la nueva alternativa porque suponía desventaja para los estudiantes de religión.
La Iglesia sigue presionando por estar en la educación (analisisdigital.org)

En 1996, con la victoria electoral del Partido Popular, el entonces presidente, José María Aznar, impulsó la ley LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Educación), la cual se aprobó en 2000. La normativa no era más que una concesión a las demandas eclesiales, de establecer de nuevo un alternativa a la asignatura de religión, en igualdad de "fuerzas". Así, quien no estudiaba religión, debía estudiar un misterio académico llamado "hecho religioso". Además, se devolvía a la asignatura de religión su validez académica íntegra. Pero esta ley nunca llegó a cuajar por causa de la victoria electoral del PSOE, en 2004. Rodríguez Zapatero y su gobierno, esgrimieron una nueva ley de educación. La LOE (Ley Orgánica de Educación), que retiraba toda la validez académica de la asignatura de religión, la cual se mantenía como voluntaria junto a dos alternativas: una materia que nunca llegó a existir sobre la historia de las religiones, y tiempo de estudio libre.

Con la nueva entrada del PP en el gobierno (2011), el presidente, Mariano Rajoy, y su ministro de Educación, José Ignacio Wert, rehacen una vez más la ley y anuncian otro proyecto que entra en funcionamiento a partir del presente curso 2014-2015, la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa). La asignatura de religión vuelve a tener absoluta validez académica y se ofrece como optativa, junto a una alternativa llamada "Valores sociales y cívicos (en Primaria) y Valores Éticos (en ESO), las cuales ocupan el lugar de la ya extinguida "Educación para la ciudadanía".
Wert a retrocedido la educación al post-franquismo (heraldo.es)

La historia del sistema educativo en este país podría ser equiparable a la historia nacional de Andorra, Lichtenstein o Zanzíbar. Lejos de bromear con el asunto, es grave que un país al que su propia historia persigue, ligada durante muchos siglos con el nacionalcatolicismo, continúe remodelando la educación al antojo del bipartidismo existente, y todavía más, prosiga en la labor de mantener una asignatura obsoleta, desigual y excluyente, como es la religión. Se trata de forzar a convivir una característica arcaica en un entorno contemporáneo. Y todo ello se da en el reino de Felipe VI, con su beneplácito, quien decidió no jurar su cargo con la Biblia por tal de ser ejemplo y vanguardia. Eso es hipocresía.

No tiene sentido mantener una asignatura que va en declive, mientras se discuten derechos educativos fundamentales como el aprendizaje de idiomas nacionales, tales como el catalán o el euskera. Ni tampoco tiene sentido discriminar en plena "educación pública"  a minorías, como los protestantes, testigos de Jehová, judíos, budistas, musulmanes, etc.. La inclusión de la asignatura de religión en el presente sistema educativo no es más que una muestra evidente de hipocresía y adoctrinamiento directo por parte de dos viejos actores (poder e Iglesia) que no han cesado en su correlación de fuerzas y respaldo de objetivos, aún cuando estos han sido contrarios a la voluntad de la ciudadanía.