jueves, 16 de octubre de 2014

Dioses de papel y colorines

Pese a la repulsión general que ofrece hablar de Dios y todo lo relacionado con él, la atención se ha focalizado en otros asuntos, los cuales han alcanzado una categoría excelsa y reciben un trato divino. Se han ratificado deidades convencionales. No se han creado porque ya existían pero, como muestra el ciclo de la historia, nuestro siglo también ha servido para ratificarlas, igual que los predecesores, en esa categoría que sobrepasa el entendimiento y la capacidad humanas.
El afán lucrativo ha terminado apropiándose el discurso de MLK (nj.com)

El dinero es dinero desde que el mundo es mundo. Aunque en una época se haya representado en una patata, en otra se haya hecho a través de una moneda, y ahora se haga con el multicolor uso de billetes y tarjetas, esta 'materia' ha adquirido siempre la posición que ostenta la figura de un dios, situándose como objeto de deseo e interés por encima de todo lo demás y superando, incluso, las barreras de la muerte. 

A nuestros días llega el caso del discurso de Martin Luther King, el célebre "I have a dream", la propiedad del cual es de los herederos familiares hasta 2038, pero que en 2009 fue vendida a la compañía musical EMI, absorbida dos años después por el 'gigante'Sony. De esta forma, quien ayer quisiese subir parte del discurso a Internet para celebrar el 50 aniversario del Nobel de la Paz contra el segregacionismo racial, corrió el riesgo de 'incumplir' los términos legales de la Propiedad Intelectual. Algo que en definitiva concluye con el acto de tener que pagar la suma correspondiente a los 'propietarios' de un discurso libre, que fue proclamado por alguien que reclamaba valores de libertad y que, además, lo hizo públicamente.

De Oriol sirve de fomenta para el sistema laboral machista (elmunicipo.es)
Otro ejemplo es el que nos deja la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica de Oriol, quien mantiene su empeño en restringir el acceso al mundo laboral a mujeres en edad de quedarse embarazadas. Ahora justifica sus declaraciones sobre el hecho que si una empleada se queda embarazada "nos encontramos con el problema", afirmando que tan sólo realizaba una crítica al mundo empresarial en el que, dice, "no conseguimos tener a más mujeres que suban en la escala profesional". Esto no es más que un "techo de cristal", que pretende justificar la actitud machista de un sistema que no trabaja ni coopera por incorporar la igualdad de condiciones de la mujer en el ámbito más básico (teoría del suelo pegajoso) del mundo laboral. Lo curioso de todo es que la señora de Oriol tiene seis hijos, y parece que a ella, por el momento, eso no le ha causado ninguna imposibilidad para desempeñar su cargo. 

Por último, las tarjetas llamadas "black" de la cúpula de Caja Madrid/Bankia. La cantidad de rodeos judiciales que se están dando para fijar quienes han de dar cuenta y por qué deben hacerlo. Pero, sobretodo, la pregunta que debería plantearse es por qué lo han hecho. Si se analizan los perfiles de los usuarios de estas tarjetas encontramos a personas que no pueden conocer el término 'necesidad': cargos públicos que van desde un ex-ministro (Rato) hasta el ex-jefe de la Casa Real (Rafael Spottorno), pasando por altos cargos de la banca y varias fundaciones, así como de organizaciones empresariales (Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE) y sindicales (José Ricardo Martínez de UGT y Rodolfo Benítez de CCOO).
Lo privilegiado de sus cargos no parece suficiente (eldiario.es)

Ya sea para limitar el acceso a la libre cultura, para justificar la precariedad laboral impuesta, o bien para saciar una sed de avaricia y "peseterismo" que nunca acabará, el dinero se ha impuesto con firmeza en el corazón de quienes lo ostentan, convirtiéndose en una deidad que somete a todos y que no pertenece a nadie. Con él se ha corrompido el sistema democrático de muchos países, a través del afán de las clases política y empresarial, y el color de su papel determina adonde podemos arrimarnos y adonde no; si podemos comer o no, y qué podemos comer y qué no; si podemos escuchar las palabras de liberación de Martin Luther King o no; si podemos trabajar o no. Considero que el laicismo en un estado no sólo se debe medir por la presencia de una religión en el sistema educativo y en la administración pública (de lo que ya vamos también servidos), sino que debe ampliarse el concepto y abarcar las posibilidades de acceso de las personas a los distintos bienes sociales en función de su presencia ante el "dios dinero". No somos laicos. Nada laicos.