lunes, 27 de junio de 2016

La caja de zapatos

La idea política que han dejado las elecciones de este 26 de junio en el Estado español es tan reducida como una caja de zapatos. Y con esto no me refiero únicamente al dibujo que ahora queda en el Congreso de los Diputados, lo cual es especialmente ínfimo. Hablo de la escasa capacidad de movilización de la política plurinacional que se ha batido en estas elecciones, la cual no deja de ser un arquetipo del resto de maniobras a las que se pueden asistir en estos días.

Movilización, no en el sentido de conseguir crear reacción en la sociedad (aún con sus diferentes capas y maneras de funcionamiento y gestión), sino por lo que respecta al hecho de generar una respuesta en ésta misma, por tal de canalizar sus incongruencias más superfluas y y sus intestinas faltas sobre la justicia y la relación entre congéneres. En este sentido, la política ha demostrado una vez más su apariencia de solución, lejos de ser una realidad determinante para las necesidades tan específicas a las que constantemente se refiere. Y esta no es una reflexión que se pueda extraer de los resultados de este 26 de junio, sino que quizás habría que ponerla a la óptica de la historia para analizarla mejor. 

Es en este punto, en la inacción de la política como gestora de las iniciativas necesarias en la sociedad, donde surgen las pequeñas y rutinarias acciones humanitarias desinteresadas y autocoordinadas por las personas para llegar a los recobecos más desamparados del espectro social. Acciones que se han malinterpretado como 'los actos a los que la política no puede llegar', denotándolas en una función secundaria. Esto no es cierto. Deberían ser entendidas exactamente al revés. Acciones que son el 'sorpaso' (ahora que se ha puesto tanto de moda) de la política, de las cuales la política aprende a coordinar sus decisiones en base a lo necesario en la rutina de las personas y de manera directa, desburocratizada y cercana. 

Insisto en que esta idea no busca ser una lectura de los resultados del 26-J, pero sí contrarrestar todo el empacho de supremacía y magnificencia de la escena política que hemos vivido, oído y visto en los últimos días. Es necesario que hay cuestiones de decisión identitaria que se deben asumir y quizás ahí se encuentre un terreno de talante político. Destacar el 'Brexit' como último ejemplo. Pero por lo que respecta a respuesta social, no son sino las acciones humanitarias autocoordinadas y desinteresadas las únicas que tienen la potencia, la capacidad y la idoneidad para generar los cambios necesarios en cuanto a la gestión de, valga la redundancia, la humanidad. En comparación a ello la política no ha dejado de ser una caja de zapatos.